Cuando hablamos de paisajes con gran potencial turístico hay dos entornos que destacan por encima de los demás: las montañas y las costas. Ambos representan el famoso dilema de playa o montaña y ambos tienen un indudable origen geológico, algo que se ve muy bien en el simple hecho de que la mayoría de los geoparques españoles se encuentran relacionados con uno u otro. Y lo mismo ocurre con los contextos geológicos españoles de relevancia internacional, ya que varios de ellos muestran de alguna forma los rasgos geológicos más destacados de algunas de las cordilleras ibéricas, aunque no es tan común que lo hagan con las costas peninsulares. Eso es así porque el decimonoveno contexto geológico español es el encargado de hablar de las principales características geológicas de las costas españolas presentes en la península Ibérica, objeto de este post.
El litoral, la delgada línea entre dos mundos
Cuando pensamos en la costa solemos pensar en playas y acantilados, pero lo cierto es que el litoral es mucho más que eso. Se trata de una pequeña franja entre el océano y el continente que constituye una compleja interfase dinámica que está en constante cambio. No hay más que pensar en las mareas para saber que ni si quiera a lo largo de un día la costa permanece invariable. Añadamos los daños que pueden generar los fuertes temporales, la constante e insistente deriva litoral y los movimientos tectónicos y eustáticos y tendremos como resultado una franja que no permanece sin cambios por mucho tiempo. El litoral es en realidad el resultado de una serie de procesos que actúan a la vez, moldeando el paisaje y generando esas playas y esos acantilados que antes mencionábamos, pero también los deltas y estuarios con los que desembocan algunos ríos, las albuferas y las marismas y una gran variedad de ambientes diversos.
Dentro de la península Ibérica las costas tienen un gran interés, turístico, económico y científico. Dado que estamos hablando de una porción de tierra que separa el Atlántico/Cantábrico del Mediterráneo, las costas ibéricas no son siempre iguales, ya que según dónde nos encontremos estaremos en una región biogeográfica concreta, en una demarcación marina determinada y en un entorno geológico propio. Esto se aprecia muy bien en España, principal país de la península y que además se caracteriza por poseer una gran diversidad geológica, ya que sus 9000 km de costas (incluyendo la parte insular y norteafricana) están repartidos en varios dominios climáticos. Esta gran diversidad ayuda mucho al turismo porque permite diversificarse y especializarse, pero tiene el contrapunto de que, cuando queremos clasificar las costas españolas, no siempre es fácil. En este post hemos decidido hacerlo de una manera exclusivamente geográfica, diviendo el litoral peninsular español en dos bloques: las costas atlanto-cantábricas y las costas mediterráneas.
Las costas atlanto-cantábricas
El norte y suroeste de la España peninsular está bañada por dos masas de agua que tienen un contacto abierto entre ellas: el mar Cantábrico y el océano Atlántico. No son iguales, pero sí tienen algunos rasgos comunes que nos permiten aglutinarlas de esta manera. En la parte septentrional y noroccidental de la península las costas están marcadas por la presencia de altos acantilados rocosos. Se trata de costas por lo general muy abruptas y en las que la gran energía de los temporales ha moldeado el relieve, dominado por las formas erosivas. Los ríos que desembocan son en muchos casos de corta longitud y fuerte perfil longitudinal y en su parte final definen rías, valles fluviales invadidos por el mar que en el caso de Galicia adquieren un gran protagonismo. Junto a estas rías, que no son exclusivas de Galicia, también hay estuarios, como los de Urdaibai (País Vasco) o Villaviciosa (Asturias) y marismas, como la importante marisma de Santoña (Canabria).
La parte suratlántica de España está constituida por el litoral del golfo de Cádiz. En este caso se trata de un litoral constituido principalmente por tramos de costa baja y arenosa que corresponden por lo general con las llanuras de las desembocaduras de los ríos, en especial del Guadiana y del Guadalquivir. Gracias a esto, las costas suratlánticas de España están caracterizadas por la abundancia de formas sedimentarias. Las playas son por lo general amplias y extensas y en ocasiones tienen cordones dunares que pueden llegar a alcanzar grandes alturas y tener un gran interés científico. Ese es el caso de las dunas del cerro de los Ánsares, en Almonte (Huelva). En esta costa también son importantes algunas flechas litorales y lagunas costeras, pero sobre todo lo más destacado son las marismas, como las de Doñana o Cádiz, en muchos casos sometidas a colmatación y con una gran y valiosa información sedimentológica que nos habla del clima y la evolución de la región durante los últimos miles (o millones) de años. Incluso hay algunos acantilados, como son los acantilados del Asperillo y de Matalascañas, ambos en la provincia de Huelva.
Costas mediterráneas ibéricas
La costa Mediterránea de la península Ibérica, a pesar de estar asociada a una misma masa de agua principal (el Mediterráneo), es bastante heterogénea, sobre todo al comparar la parte de levante (Cataluña, Comunidad Valenciana y Murcia) con la parte del mar de Alborán (Andalucía). Dentro del levante la costa del Mediterráneo destaca por la presencia de un conjunto de sierras litorales que condicionan el entorno, incluido el discurrir de los principales ríos. En diversos puntos, en especial en Girona y Alicante, existen algunos sectores con altos acantilados rocosos, aunque por lo general lo más característico es el desarrollo de playas y acantilados bajos con calas y playas al pie. No obstante también existen algunas albuferas y lagunas litorales de gran importancia, de entre las que destacan la albufera de Valencia y el mar Menor, este último no reconocido como geosite del contexto.
En la parte del mar de Alborán las costas están influenciadas por las estribaciones más meridionales de las cordilleras béticas, cuya proximidad permite el desarrollo de llanuras costeras generalmente estrechas. Dadas las características climáticas del entorno, marcado por un clima cálido y seco y una aridez creciente, los ríos que desembocan en esta parte de la costa son cortos y poseen una marcada estacionalidad, de manera que cuando llegan al mar lo hacen con una gran carga de sedimentos. En líneas generales esta costa posee una gran variedad de medios litorales, con acantilados altos y bajos, amplias playas, costas bajas e incluso sistemas dunares.
Uno de los aspectos más importantes de las costas del Mediterráneo es la presencia de varios cursos fluviales de relativa entidad que desembocan en ellas. El Ebro, el Júcar o el Segura son algunos ejemplos que, en ocasiones, desembocan dando deltas de gran interés científico. El delta del Ebro es el delta más importante de la península Ibérica y constituye un entorno natural de gran valor ecológico que sobrevive gracias a un delicado equilibrio entre los aportes sedimentarios del río y la deriva litoral. Otro delta importante de la costa mediterránea, en esta ocasión situado en el mar de Alborán, es el delta del Adra, en Almería.
En resumen
Las costas de la península Ibérica definen un variado contexto geológico de gran interés científico y geoturístico. De los 252 geosites reconocidos en 2021, 11 forman parte de este contexto que nos hace viajar a las tres masas de agua principales que rodean la península: el mar Cantábrico al norte, el mar Mediterráneo al este y sureste y el océano Altántico en el noroeste y el suroeste. Gracias a él podemos comprobar, una vez más, cómo el paisaje es geología y cómo hasta tomando el sol en una playa estamos disfrutando de la geología.
Bibliografía
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