Tagoro, el volcán de La Restinga

Las Islas Canarias son uno de los destinos turísticos más importantes de España y definen además uno de los 21 contextos geológicos españoles de relevancia internacional. Pero lo que no debemos olvidar es que estamos también hablando de un archipiélago de origen volcánico que ha tenido una actividad volcánica histórica importante que ha llegado hasta tiempos muy recientes. Porque aunque en los últimos 50 años sólo hayamos tenido constancia de dos erupciones, una de ellas ayer cumplió tan solo seis años. La erupción de El Hierro de 2011 es la última erupción que ha ocurrido en territorio español y tuvo como consecuencia el nacimiento de un cono volcánico submarino. Su nombre es Tagoro, y esto es lo que sabemos de él.

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Imagen de la erupción submarina del volcán Tagoro, muy cerca de la costa meridional de la isla de El Hierro (fuente: web.eldia.es).

Crónica de una erupción anunciada

La historia del Tagoro comenzó el mediodía del 19 de julio de 2011, cuando la red de vigilancia sísmica del Instituto Geográfico Nacional (IGN) empezó a registrar un aumento en la actividad sísmica al norte de la isla.  Estos primeros terremotos fueron de baja magnitud (magnitud<3) y no despertaron una alerta significativa en la población. No obstante, y debido a que la frecuencia de los episodios sísmicos fue bastante mayor de lo habitual, tan solo cinco días después de que empezara la crisis sísmica fue convocada una reunión del Comité de Seguimiento y Vigilancia Volcánica. Este órgano está previsto por el Plan Específico de Protección Civil y Atención de Emergencias por Riesgo Volcánico (PEVOLCA)  y está formado por representates de varios organismos e instituciones, entre ellos el IGN, el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y el Gobierno de Canarias. La conclusión a las que este comité llegó en julio de 2011 fue que la situación en la isla no era lo suficientemente grave como para tomar medidas que alterasen la vida de la población. Pero a pesar de ello la actividad sísmica siguió muy presente durante el resto del mes de julio y todo el mes de agosto, y aunque los terremotos siguieron siendo de baja magnitud, un creciente alarmismo empezó a extenderse por toda la isla. Por eso el comité acabó por activar el estado de prealerta el día 2 de septiembre.

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Semáforo de alerta volcánica en el que se indica qué supone cada una de las tres fases: la verde o de normalidad, la amarilla o de pre-emergencia y la roja o de emergencia (imagen tomada de AVCAN. org).

La activación del estado de prealerta no supone el establecimiento de medidas especiales para la población. Dentro del semáforo de riesgo volcánico esta situación se considera como un nivel dentro del verde que es intermedio entre el estado de normalidad y el de alerta amarilla. Lo que sí implica es que la gente debe estar informada de qué hacer en caso de que el nivel suba, para lo cuál en El Hierro se optó por reuniones informativas y distribución de tripticos explicativos. Pero la gente pudo seguir con sus quehaceres cotidianos sin alterar en modo alguno su forma de vida, aunque sin olvidarse de que en cualquier momento todo podía cambiar en un plazo de tiempo muy corto. Y es así como llegamos al 20 de septiembre, cuando la actividad sísmica dio un nuevo paso en cuanto a magnitud y frecuencia y las deformaciones del terreno registradas empezaron a ser preocupantes. Además, los epicentros se empezaron a desplazar desde el norte de la isla hacia el sur, cruzando El Hierro hasta situarse en el mar de Las Calmas, donde más tarde se produciría la erupción. Con todos estos datos el 23 de septiembre el Gobierno de Canarias elevó el nivel de alerta de verde a amarillo, en el que se pide a la población que esté atenta a los comunicados de Protección Civil (el siguente nivel de alerta, el rojo, supone evacuación).

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La sismicidad asociada a la erupción de El Hierro de 2011 tomó una tendencia norte sur que llevó los epicentros de la zona del Golfo al mar de las Calmas, tal y como se puede ver muy bien en esta imagen. A) Sismicidad precursora, desde el 19 de julio de 2011 y hasta el comienzo de la erupción el día 10 de octubre, marcando además las posiciones del terremoto de magnitud 4’4 (cuadrado) y del foco eruptivo (estrella). B) Sismicidad registrada en la isla después de que la erupción se pusiese en marcha y hasta el 30 de noviembre de 2011 (tomado de Pérez-Torrado et al., 2012).

Llegamos al clímax pre-erupción de la crisis sísmica del Hierro. Porque solo el día 27 de septiembre, entre la medianoche y las cuatro de la tarde (16 horas), se registran cerca de 100 terremotos en la isla, algunos de ellos rozando la magnitud cuatro y seis de ellos sentidos caramente por la población al alcanzar intensidades de II y III en la Escala MSK (caídas de pequeños objetos, sin daños en edificios). Este aumento claro en la actividad sísmica produce además la caída de piedras en algunos puntos de la isla y empieza a suponer ya una amenaza a tener en cuenta, lo que lleva a las autoridades a iniciar la evacuación de algunas personas y al cierre del túnel de Los Roquillos, principal vía de comunicación entre los dos municipios más poblados de la isla (Valverde y Frontera). A todo esto debemos añadir que al día siguiente, para ayudar en todas estas labores de evacuación, efectivos de la Unidad Militar de Emergencias se desplazaron a la isla, lo que podríamos entender como una clara muestra de que algo gordo estaba ocurriendo en la isla. No obstante la situación se mantuvo con una actividad sísmica elevada que incluso llegó a disminuir, de manera que las alertas de evacuación fueron retiradas al día siguiente de ponerse en marcha. Pero esta aparente vuelta a la normalidad sólo era la calma que precede a la tempestad, pues el día 8 de octubre, a las 22:34, se produjo un terremoto de magnitud 4.4 a unos 3.5 km al suroeste de La Restinga. Ese fue el disparador de la erupción.

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El túnel de Los Roquillos, que comunica los dos municipios más poblados de la isla, fue cerrado por riesgo de desprendimientos ya a primeros del año 2011. Durante la crisis sísmica volvió a permanecer cerrado por el riesgo que suponían esos mismos desprendimientos para los usuarios (fuente: canarias7.es)

El nacimiento del volcán Tagoro

Desde la erupción de Teneguía de 1971 en España no se había producido ninguna erupción de la que tengamos registro. Pero eso cambió el día 10 de octubre de 2011. A las 3:15 de la madrugada los aparatos sísmicos distribuidos por toda la isla registraron el inicio del tremor volcánico, que nos marca el inicio de la erupción porque es la señal de que el magma ya está en movimiento. Poco más de una hora después, a las 4:30, ese magma logró salir a superficie en un punto situado bajo el mar y que dio lugar al nacimiento del Tagoro, el volcán de La Restinga.

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El tremor volcánico da una señal muy característica en los sismogramas que suele interpretarse como el ruido producido por el magma al moverse. En este caso se puede ver cuándo esta señal empezó a ser registrada por la estación sismológica CHIE (SHZ) de El Hierro el día 10 de octubre (fuente: Instituto Geográfico y Nacional, IGN).

Gracias a los abundantes datos geofísicos que tenemos de esta erupción submarina, la primera que es monitoreada en España desde su fase pre-eruptiva, sabemos muchas de las cosas que ocurrieron en profundidad. En 2011 el magma ascendió desde el manto en la parte norte de la isla y se emplazó a una profundidad de 10-14 km, que es la profundidad de los hipocentros registrados y que coincide con el límite entre corteza y manto (discontinuidad de Mohorovicic). Algunos autores creen que esta coincidencia no lo es tanto porque es muy probable que la discontiuidad actuase como trampa de densidad del magma, interrumpiendo su ascenso y causando su acumulación. Pero el magma no fue capaz de romper la corteza y continuar su ascenso, solo de generar deformaciones del terreno de hasta 40 mm en algunos puntos. En su lugar el magma no tuvo más remedio que expandirse lateralmente y desplazarse poco a poco hacia el sur, donde se encontró con las fracturas previas del rift sur de la isla que sí le dieron la oportunidad de ascender. Fue entonces cuando se produjo el terremoto de magnitud 4.4, que habría provocado una fractura hidráulica en el terreno que permitió el rápido ascenso del magma (menos de 2 días). Durante los cinco meses que duró la erupción so siguieron registrando terremotos en toda la isla con dos profundidades diferentes: los del norte con hipocentros a 20 km de profundidad y los del resto de la isla a 15 km. Esto ha sido interpretado como prueba de que al norte de la isla siguió habiendo una realimentación magmática procedente del manto superior, con una migración posterior de este magma a lo largo de la interfase corteza-manto hasta el punto de emisión.

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Sección E-O de la isla de El Hierro en la que se muestra cómo fue la sismicidad pre-eruptiva registrada desde el 19 de julio y hasta el comienzo de la erupción (10 de octubre), con la mayoría de los hipocentros situados en la base de la corteza (tomado de Pérez-Torrado et al., 2012, modificado a su vez de Carracedo et al., 2011).

La erupción  volcánica de El Hierro fue una erupción de carácter submarino que no tuvo lugar con un foco puntual sino fisural, ya que el magma salió a lo largo de una línea asociada con el rift del sur de la isla. No obstante sí hubo un punto principal de salida del magma, un punto en el que poco a poco creció el cono volcánico que hoy conocemos como Tagoro. Este volcán submarino fue descrito en la primera de las siete campañas oceanográficas del buque Ramón Margalef como un cono de 650 m de diámetro en la base y dos posibles cráteres que tras dos semanas de erupción ya había alcanzado una altura de 100 m (220 m de profundidad). Al finalizar la erupción el cono había ascendido mucho más, hasta quedarse a tan solo 88 m de salir a la superficie del mar. El crecimiento de Tagoro fue muy rápido, como es habitual en las islas volcánicas, donde se producen grandes colapsos y megadeslizamientos (ver Edificios y morfologías volcánicas de las Islas Canarias). En este caso ese rápido crecimiento queda muy bien reflejado en la elevada pendiente de sus laderas, muy inestables y que amenazan con venirse abajo tarde o temprano, si no lo han hecho ya.

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Modelo digital del terreno de la región donde se encuentra el Tagoro (izquierda) y recreación en 3D del cono volcánico (fuente: programa Vulcano).

Las restingolitas, el misterio flotante

La erupción submarina del Tagoro es muy importante por ser la primera que sucede en Canarias que ha sido monitoreada al detalle, pero hay un elemento que encontramos en ella y que tiene un gran interés científico por ser un caso muy extraño a nivel mundial. Porque el 15 de octubre de 2011 aparecieron flotando en el agua unas bombas y escorias volcánicas de 10-40 cm de diámetro que eran muy parecidas a las encontradas en otras erupciones basálticas fisurales de carácter estromboliano (ver Cuando la tierra ruge). Estas bombas tenían en superficie un color negro o marrón, pero cuando las abríamos descubríamos que eso solo era la fina costra que envolvía un interior compuesto por un material blanco y muy poroso. A estas bombas volcánicas de interior blanco se las denominó inmediatamente como restingolitas en honor al cercano municipio de La Restinga, y desde su aparición han sido objeto de un intenso y enriquecedor debate que ha puesto de manifiesto el gran interés que tiene esta erupción y lo poco que sabemos en realidad de Canarias.

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Imagen de varias restingolitas flotando sobre el mar de las Calmas en los primeros días de la erupción de 2011 (fuente: involcan.org).

Las restingolitas han resultado ser bombas volcánicas en las que nos encontramos dos materiales magmáticos muy diferentes juntos y que además no reaccionan entre ellos. Por un lado está la costra vítrea de color oscuro, que los análisis químicos han revelado que es de composición basanítica (muy deficiente en sílice), y por el otro tenemos el interior blanco, de composición traquítica-riolítica (rica en sílice). Estas dos composiciones son prácticamente los términos opuestos dentro de la clasificación química de rocas volcánicas, lo que hacía todavía más raro que ambos materiales apareciesen juntos y sin indicios de reacción. A esto debemos añadir que en el interior blanco se encontraron fragmentos de jaspe, agregados de yeso e incluso cristales de cuarzo detríticos, estos últimos completamente incompatibles con el vulcanismo de Canarias y que parecían proceder del continente africano. Por todo ello actualmente se cree que las restingolitas se formaron como consecuencia de inyecciones de sedimentos oceánicos parcialmente fundidos (anatexia), que habrían sido englobados por el magma basanítico en su ascenso a la superficie. De esta manera, y si esta hipótesis es correcta, el material blanco podría proceder de la Capa 1, formada por sedimentos oceánicos anteriores a la formación del archipiélago y que habrían empezado a fundir al ponerse en contacto con el magma mantélico ascendente, que simplemente quedó adherido formando la costra oscura y vítrea.

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Las restingolitas son bombas volcánicas de corteza magmática negra y núcleo blanco de origen sedimentario que aparecieron al principio de la erupción de El Hierro de 2011 (fuente: geoparqueelhierro.es).

Las restingolitas podrían ser más comunes en Canarias de lo que podríamos pensar, ya que se han encontrado rocas muy similares en otras islas del arquipiélago, pero en la erupción de El Hierro tampoco fueron las únicas bombas volcánicas que aparecieron. Y es que con el transcurso de la erupción las restingolitas desaparecieron y dieron paso a otro tipo de bombas de interior hueco y 30-200 cm de diámetro. Estas bombas volcánicas huecas, conocias como lava balloons, sí han sido encontradas en otras erupciones volcánicas submarinas, tanto en Hawaii como en Azores. De hecho, fue en este último archipiélago también de la Macaronesias, durante la erupción de La Serreta (1998-2001), cuando se propuso un modelo genético que explique su origen. Ahora creemos que las lava balloons son en realidad lavas almohadilladas que han sido expulsadas hacia la superficie muy cerca de la boca de salida durante erupciones más o menos explosivas (menos que las surtseyanas) que han sido denominadas como de tipo serretiano.

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Esquema ilustrativo del posible origen de las restingolitas a partir de una interacción del magma ascendente con los sedimentos oceánicos pre-volcánicos, que fundieron parcialmente y generaron un magma ácido (tomado de Pérez-Torrado et al., 2012, modificado a su vez de Troll et al., 2012).

¿Una oportunidad futura para predecir erupciones?

Gracias a toda la monitorización que hemos llevado a cabo desde la fase pre-eruptiva, la erupción de El Hierro de 2011 ha sido muy estudiada con el objetivo de avanzar en la predicción de erupciones. En este sentido creo que destaca un estudio en concreto por lo novedoso de la propuesta y porque los primeros datos han sido muy prometedores. Y es que entre los aspectos que se monitorean alrededor de los volcanes está la geoquímica de determinados gases. En el caso del Hierro, meses antes de que se pusiera en marcha la erupción se registró un aumento en las emanaciones de 3He, uno de los isótopos estables de helio. En algunos casos estas emisiones gaseosas están asociadas con actividad hidrotermal y no magmática, pero en el caso del Hierro parece que el helio fue exclusivamente de origen magmático. Por tanto, si esa signatura isotópica se registraba en los corales de los alrededores, que al tener un crecimiento muy bien marcado (como los anillos d elos árboles), se podría saber desde cuándo lo habían empezado a acumular y compararlo con la historia de la propia erupción. Gracias a este interesante estudio ahora sabemos que en 2011 algunos corales empezaron a acumular helio en la relación isotómica pagmática varias semanas antes de que la crisis sísmica empezase. Esto abre una nueva vía de investigación muy prometedora para avanzar hacia la predicción de erupciones volcánicas, por el momento solo una quimera.

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Los corales son animales que segregan un esqueleto de carbonato cálcico. Hoy en día son los principales constructores de arrecifes en las zonas tropicales, aunque también hay corales solitarios (fuente: haikudeck.com).

Bibliografía

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Carracedo, J.C.; Pérez-Torrado, F.J.; Rodríguez, A.; Soler, V.; Fernández, J.L.; Troll, V. and Wiesmaier, S. (2012): «The 2011 submarine volcanic eruption in El Hierro (Canary Islands)». Geology Today, 28 (2), 53-58.

Pérez-Torrado, F.J.; Carracedo, J.C.; Rodríguez-González, A.; Soler, V.; Troll, V.R.; y Wiesmaier, S (2012): «La erupción submarina de La Restinga en la isla de El Hierro, Canarias: Octubre 2011-Marzo 2012». Estudios Geológicos, 68 (1), 5-27.

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