El séptimo contexto geológico de relevancia internacional que hay reconocido en España se encuentra al norte de la península, en el corazón mismo de la cordillera Cantábrica. Las mineralizaciones del urgoniano de la cuenca Vasco-Cantábrica, como su propio nombre indica, definen un contexto geológico cuyo interés es principalmente minero-metalogénico. De este modo, y al igual que ocurría con la Faja Pirítica o el mercurio de Almadén, una vez más estamos ante un contexto que nos habla de yacimientos geológicos de gran interés económico cuyo origen es fundamental para entender su pasado y presente.

El mesozoico del norte de Iberia
La cordillera Cantábrica es uno de los principales sistemas montañosos de la península. Sus picos, muchos de ellos con más de 2500 m de altitud, tienen un gran interés turístico para montañistas y amantes de la naturaleza en general. Los lagos de Covadonga o los mismos Picos de Europa, el primer parque nacional de España, forman parte de la cordillera Cantábrica y sirve de ejemplo de su gran valor paisajístico. Pero a pesar de que esta cordillera tiene significado geográfico propio, si hablamos desde el punto de vista geológico solo corresponde al sector más occidental de una sistema montañoso mayor que incluye también a Pirineos. Porque ambas cadenas montañosas son el reflejo de la colisión de la placa Ibérica con la placa Europea durante el Cenozoico, un evento orogénico en el que muchas estructuras que ya estuvieron implicadas en la formación de Pangea se reactivaron.

A comienzos del Mesozoico Pangea empezó a romperse y Europa no tardó en convertirse en un archipiélago de islas tropicales. En la península Ibérica esta ruptura continental, o rifting si usamos el término correcto, fue muy importante. Al norte y oeste el Atlántico se abrió y en su expansión se produjo el golfo de Vizcaya, mientras que en el este y el sur dos brazos de océano Tetis fueron abriéndose paso y separando a Iberia del resto de masas continentales (ver El rifting de Pangea). De este modo, en el Jurásico Iberia ya era un microcontinente propio rodeado de varias cuencas marinas que acumulaban sedimentos y registraba una serie de procesos diferentes en unas y otras. Una de estas cuencas, muy importante por el espesor de sedimentos y por el amplio tiempo registrado (desde el Pérmico hasta el Mioceno), es la cuenca Vasco-Cantábrica, que hoy en día comprende el oeste de Navarra, todo el País Vasco, el norte de las provincias de Burgos y Palencia y buena parte de Cantabria.

Dentro de la cuenca Vasco-Cantábrica destaca un conjunto sedimetario muy variado y potente que ha sido objeto de múltiples estudios y revisiones. El complejo urgoniano, que es como se conoce a este complejo sedinentario, está constituido por varias unidades carbonatadas, con calizas ricas en fósiles que se desarrollaron en ambientes de plataforma poco profunda. Estas calizas contienen, entre otros muchos fósiles marinos, magníficos afloramientos de rudistas. Los rudistas fueron unos bivalvos, como los mejillones o las almejas, pero que a diferencia tenían dos valvas muy desiguales. La más grande de las dos, de aspecto cónico, permanecía anclada al fondo y a veces puede confundirse con los corales, con los que comparte algo más que la similitud. La más pequeña de las dos, por su parte, hacía las veces de tapa y servía al animal para protegerse en caso de verse amenazado. Los rudistas vivieron exclusivamente durante el Mesozoico y son muy importantes porque fueron los principales constructores de arrecifes de su tiempo.

Las mineralizaciones de la cuenca
La cuenca Vasco-Cantábrica tiene un gran interés científico, tanto paleontológico como estratigráfico, y es uno de los lugares con mayor concentración de estratotipos del mundo. Pero en ella también tenemos acumulaciones de sulfuros metálicos que han tenido un gran interés metalogénico a lo largo de la historia. Estos depósitos se generaron por diferentes procesos y dieron lugar a yacimientos de distintas tipologías y morfologías, si bien muchos están relacionadas con la circulación de fluidos hidrotermales que alteraron las calizas marinas (dolomitización). Dentro de los minerales más importantes de la cuenca Vasco-Cantábrica están la esfalerita (ZnFeS), la galena (PbS) y la pirita (FeS2), aunque también hay óxidos de hierro que en ocasiones constituyen una especie de «manto de alteración» que recibe el nombre de gossan. Las mineralizaciones de la cuenca Vasco-Cantábrica presentan además una zonación este-oeste preferencial, con los depósitos de Zn-Pb dominando con claridad hacia el oeste y los de Fe hacia el este.

Una de las mimas más importantes de la cuenca Vasco-Cantábrica es la mina de Reocín, Cantabria. Se trata de un yacimiento de categoría mundial que se encuentra en el flanco sur del sinclinal de Santillana-San Román, muy cerca de su cierre plericlinal. Este yacimiento estratiforme está compuesto por varios cuerpos mineralizados que en conjunto concentraron más de 4 millones de toneladas de cinc y cerca de 1 millón de toneladas de plomo. La mina de Reocín, cuyos minerales principales fueron esfalerita y galena, los dos minerales menas más importantes de cinc y plomo respectivamente, estuvo abierta desde el s. XIX hasta ya el s. XXI.

Un poco más al este de Reocín, y por tanto de nuevo dentro de la comunidad de Cantabria, está uno de los casos más interesantes de todos los yacimientos de la cuenca Vasco-Cantábrica. En la sierra de Armero se encuentran los yacimientos de La Florida, un entramado de mineralizaciones de esfalerita y galena principalmente, aunque también hay barita (BaSO4), que se formaron dentro de un sistema kárstico muy desarrollado. De hecho su gran interés es precisamente la existencia de una cueva kárstica que fue descubierta en 1908, cuando los mineros se toparon con ella. La cueva del Soplao, cuyo nombre corresponde a un término minero, es una de las cuevas más importantes de la geología ibérica. En su interior hay una amplia variedad de espeleotemas a los que hay que añadir un valioso y yacimiento paleontológico de ámbar.

Dentro de las mineralizaciones del urgoniano de la cuenca Vasco-Cantábrica los depósitos de cinc y plomo dominan en el oeste y los de hierro en el este. Eso hace que mientras que en Cantabria tengamos sobre todo sulfuros de cinc y plomo (esfalerita y galena), en el País Vasco tengamos carbonatos de hierro, como son la ankerita (CaFe(CO3)2) y la siderita (FeCO3). De todos los yacimientos del urgoniano vasco los más importantes son tal vez los depósitos de Gallarta, formados por una mineralización masiva quee s el resultado de un reemplazo del carbonato cálcico original de la caliza urgoniana por carbonato de hierro (siderita), carbonato de calcio y magnesio (dolomita) y carbonato de calcio y hierro (ankerita). Estas mineralizaciones fueron explotadas desde época romana, aunque su explotación solo fue realmente importante desde el s. XIX y hasta 1993, año en el que se cerró la mina Gallarta.

En resumen
El pasado minero de la región vasco-cantábrica puede ser un motivo turístico que debemos valorar y que seguramente muchas veces no tenemos en cuenta. España siempre ha sido un país de gran riqueza mineral. Fue una región geoestratégica en las guerras púnicas, fue importante en el desarrollo del Imperio Romano y su wolframio fue crucial en las dos guerras mundiales. Por eso las mineralizaciones del urgoniano de la cuenca Vasco-Cantábrica son un contexto geológico propio formado por 8 geosites de los 252 reconocidos por el IGME en 2021.

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